Hasta 2007, tener una vivienda en propiedad era el objetivo de todo español. Las promociones sobre plano en barrios en desarrollo colgaban el cartel de vendido. Y eso a pesar de que el precio de la vivienda en España experimentaba crecimientos de dos dígitos, algo que se compensaba con un endeudamiento barato.
Con la crisis, las hipotecas comenzaron a pesar como una losa en el bolsillo de los hipotecados, agobiados por el encarecimiento de la letra y el elevado paro, junto con la devaluación de sus bienes.
Miguel Ángel Alemany, director general de pisos.com, recuerda que la compraventa de viviendas está bajo mínimos. La falta de financiación por parte de los bancos impide que se cierre operaciones, aunque como reconoce Alemany se está produciendo una tímida apertura, pero se sigue exigiendo un alto ahorro, además de avalistas. Esta situación contrasta con la que se vivía antaño. Los bancos concedían préstamos hasta el 100% del valor de la vivienda, sin aplicar los exhaustivos criterios establecidos por el Banco de España, como que la letra no supusiera el 35% de los ingresos.
Es por esto, que la crisis ha potenciado el mercado del alquiler. "Actualmente, la vivienda de reposición previa venta de la que sirve de residencia habitual y la que se adquiere como inversión para reformarla y ponerla en alquiler son las principales razones de compra", concluye Alemany.
Segunda vivienda
La segunda vivienda ha sido la que más ha sufrido el ajuste. Esto posibilita que el comprador extranjero, por un lado, encuentre fácilmente una mansión a un precio atractivo. Por otro lado, continúa Alemany, las personas que siempre quisieron tener un piso en la playa tienen la oportunidad perfecta. "Por ejemplo, no son pocos los jubilados que usan su plan de pensiones para adquirir una vivienda cerca del mar y retirarse".
Nuevo hábitos del comprador
Con la crisis se ha producido un cambio en el perfil del comprador. Así, en niveles precrisis los jóvenes e inmigrantes tenían un gran peso porque conseguir crédito era más sencillo. Con el 'boom' vivimos la época del 'todo vale', cerrándose operaciones en urbanizaciones deslocalizadas.
Ahora, el cliente mira más las comunicaciones, las dotaciones e, incluso, la calidad de los acabados. Con el cerrojazo hipotecario y el desempleo en alza, los compradores de primera vivienda apenas existen en el mercado. La intención de compra ahora se centra en las personas de más de 35 años, sobre todo, parejas con empleo estable y ahorro.
Y es la casa en reposición la que marca las transacciones. Se trata de compradores que han logrado vender la que ya tienen o que llevan tiempo de alquiler y cuentan con una parte importante del precio en efectivo. Por otro lado, las viviendas 'low cost' de menos de 100.000 euros llaman la atención del pequeño inversor con capacidad económica.
En este cambio, el centro de las ciudades siempre va a tener tirón. Es una inversión segura por la que se puede obtener una plusvalía interesante en un plazo de cinco o diez años. Tras el pinchazo de la burbuja, no se habla de rentabilidades relámpago. En cuanto a la periferia, su empuje se ha frenado considerablemente. La gente prefiere ir a los valores fijos y correr el menor riesgo posible.
Link